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TU MARCA PERSONAL DE CHEF

COCINERO EXPLICANDO SU MARCA PERSONAL

No cocinas platos, cocinas historias. Así se construye tu marca como chef

Puedes ser un maestro en la cocina: tener la técnica más impecable, manejar los tiempos de cocción como un reloj suizo, conocer cada ingrediente hasta el último matiz de su sabor o su textura. Puedes incluso tener un restaurante con estrellas Michelin o una legión de seguidores en Instagram. Pero si detrás de todo eso no hay una historia que enganche, serás solo un cocinero más en un mar de talento. La diferencia entre ser bueno y ser inolvidable está en lo que cuentas, no solo en lo que sirves.

Fíjate en los grandes chefs del mundo. Piensa en nombres como Massimo Bottura, René Redzepi o nuestro querido Dabiz Muñoz. Ellos no solo ponen comida en un plato; te llevan de viaje. Te hablan de su infancia entre fogones, de las raíces de su tierra que aún resuenan en sus recetas, de los viajes que los transformaron o de los errores que los hicieron mejores. Cada bocado que pruebas viene con un relato que te envuelve, que te hace sentir algo más allá del hambre saciada. No venden comida, venden una experiencia que empieza mucho antes de que el tenedor toque tu boca. Y eso, amigo, es lo que hace que una marca personal como chef trascienda.

Tu marca no se trata solo de recetas perfectas o de fotos con filtros espectaculares. No es una cuestión de estética vacía ni de dominar el algoritmo de las redes sociales (aunque eso ayuda). Tu marca personal se construye con historias. Con algo que sea tuyo, auténtico, que conecte con quien te lee, te sigue o se sienta en tu mesa. Aquí te dejo las claves para que descubras y cuentes la tuya, paso a paso:


🔥 1. Tu cocina tiene un origen. Encuentra ese momento y compártelo.

Todos tenemos una chispa que nos encendió. Un instante que marcó el camino. ¿Fue la primera vez que pelaste una patata junto a tu abuela mientras ella te contaba anécdotas de su pueblo? ¿O tal vez el día que probaste un plato callejero en un mercado lejano y algo en ti hizo clic? Quizás fue un trabajo agotador en la cocina de un restaurante donde viste el caos y la magia de este oficio por primera vez.

Ese momento no es solo un recuerdo bonito, es el cimiento de tu marca. Siéntate, reflexiona y escarba en tu memoria. ¿Qué te trajo hasta aquí? La gente no se queda con el cocinero que hace «cosas ricas» y ya está. Se queda con el que tiene algo que contar, algo que resuene con ellos. Tu origen no es solo tuyo, es el puente que te conecta con quienes te escuchan.


🔥 2. No es solo lo que cocinas, es por qué lo cocinas. Define tu motor.

Cada chef tiene una fuerza que lo impulsa. Hay quienes dedican su vida a rescatar recetas olvidadas de sus antepasados, como un homenaje silencioso a su familia. Otros se lanzan a reinventar la tradición, dándole un giro moderno a lo que ya conocíamos. Algunos se obsesionan con el producto: buscan el tomate más perfecto, el pescado más fresco, y encuentran belleza en la simplicidad. Y luego están los rebeldes, los que rompen moldes y desafían todo lo establecido.

¿Cuál eres tú? ¿Qué te hace levantarte cada mañana y meterte en la cocina? ¿Es la nostalgia, la innovación, la búsqueda de la perfección o el deseo de provocar? Si no tienes claro por qué haces lo que haces, tus clientes tampoco lo entenderán. Y sin ese «por qué», tu marca se queda coja. Tómate un café, agarra un cuaderno y escribe: ¿qué te mueve? Cuando lo tengas, grítalo al mundo.


🔥 3. El plato importa, pero la historia lo hace inolvidable.

Imagina esto: te sirven un guiso en un restaurante cualquiera. Está bueno, lo comes, pagas y te vas. Ahora imagina que antes de probarlo te cuentan que ese guiso viene de una receta que un marinero guardaba en su diario hace dos siglos, escrita a mano entre tormentas y travesías. De repente, el sabor cambia. Lo comes con otros ojos, con otra atención. La comida ya no es solo comida, es una puerta a algo más grande.

Eso pasa con todo lo que cocinas. Tus platos tienen un alma, una razón de ser. No dejes que se queden en el silencio. Ponles nombres que intriguen, que sugieran algo. Usa tus redes sociales para contar cómo nació ese menú, qué te inspiró, cuántas veces lo intentaste hasta que salió como querías. Habla de ese ingrediente que encontraste por casualidad o de la técnica que aprendiste después de mil tropiezos. La historia no solo vende el plato, lo graba en la memoria de quien lo prueba.


🔥 4. Haz que el cliente sea parte de tu mundo. Invítalo a entrar.

Cocinar no es un monólogo, es una conversación. Tus comensales no quieren ser solo espectadores, quieren sentirse parte de lo que creas. Y tú tienes el poder de abrirles la puerta.

¿Cómo? Pregunta en redes sociales qué plato les gustaría ver en tu carta y hazlos sentir escuchados. Explica por qué eliges un ingrediente local en vez de uno importado, o por qué prefieres una cocción lenta a una rápida. Comparte pedacitos de tu día a día: el caos de la cocina en hora punta, el proveedor que llegó con una sorpresa, el momento en que probaste algo nuevo y te salió redondo. Y cuando sirvas el plato, no te limites a dejarlo en la mesa: cuéntales algo sobre él, haz que la experiencia sea personal.

La gente no se enamora de negocios fríos, se enamora de personas. Muéstrales quién eres, deja que te conozcan más allá del delantal. Haz que comer en tu restaurante o probar tu comida sea como visitar a un amigo que siempre tiene una buena historia que contar.


⚡ El resumen, en dos líneas:

No cocinas platos, cocinas historias. Y si no las cuentas tú, nadie lo hará por ti.

Tu marca personal como chef no es un logo ni un eslogan pegajoso. Es lo que la gente siente cuando piensa en ti. Es lo que queda en su cabeza después de probar tu comida. Y todo empieza con las historias que decides compartir.

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